Viaje interdepartamental del IES La Escribana [Villaviciosa, Córdoba] al P. N. Cabo de Gata-Níjar (Almería) / I Ciclo de Secundaria / 18-20.5.2015

miércoles, 13 de mayo de 2015

Día Segundo, 19.5.2015. Norte mañanero, vespertino sur


Día Segundo. 19.5.2015, martes

José R. Pedraza (Los Escullos, Almería). Con el sol naciente como único aliado, la mañana comenzó con todo el camping roncando. El ruido de los entelados palaciegos no nos había permitido conciliar todo el sueño que el cuerpo pide a gritos. La noche se entormentó, se oyó repiqueteo precipitado, crujir del suelo de madera (una especie de palets consistentes, nada de parquets –eso es de piso modernos, no de palacios donde la madera es material noble-). Los nervios (serían) también,…
Nos encaminamos por el camino playero de ayer tarde. Los vigilantes (no de la playa, los del camping) me miraron con ojos un poco dubitativos. ¡Mucha prisa tiene éste para irse tan temprano! El sendero de Los Escullos- La Isleta nos parecía suficientemente atrayente y a la mano como para dejar la ocasión de, en la soledad más absoluta, subir y bajar por los promontorios y las barranqueras que a un tiro de piedra nos separaban de tan suculenta postal. ¡Y un pescaito en la postal, no veas!
Cámara en ristre, reportaje fotográfico de todo paraje, de toda botánica, de todo bichito. La panorámica siempre nos ha interesado más que el microscopio. Otra cosa son los detalles. Como no veía a nadie (literalmente ni a un/una homo sapiens en dos horas de senderismo litoral), hice las fotos que quise. En realidad, sin darme cuenta, me había convertido en naturalista ambientólogo sin ninguna presencia humana, ni carga humana. Es obligado, científic@s somos tod@s, compartir el saber (poco en mi caso) aunque en este caso sólo sea la captura de escenarios que, por algún motivo, nos parecieron dignos de clicar (galería de imágenes, “Pre-Día Segundo”).
A la vuelta al redil, el ronquido se había convertido en bostezos y ojos legañosos. El camping despertaba lentamente con el sol infantil. Dulces rayos comenzaban a dibujar la vida de veteranos europeos de la ruta, probablemente jubilados, campistas expertos; algunas parejas enamoradizas; familias rubias con niños platino; y la legión de l@s treinta y tres corchú@s, probablemente, descansad@s, prest@s y deseos@s de desayunar opíparamente para luego subir montañas, atravesar mesetas y sumergirse en las profundidades marinas. Algún despistado infante de esta legión a punto me hizo borrar esta última línea, más propia de mi imaginación que del relato verídico de los hechos. Toalla al cuello, con una chancla y el otro ojo abierto, camino de los retretes más por la caída de la calle que por la vocación de encontrar el escusado o un lavabo al uso. En fin, fantasías.
Al rato, el desayuno se formalizó. Buena pinta la de todos masticando al unísono. La legión se estaba fortaleciendo. Venga tostadas con toda pringue y venga vasos llenos de cacao ‘maravillao’. Uf, qué fuerza. El primo de Zumosol sin zumo. El sol vendría después. Ni se lo imaginaban: grande sobre sus cabezas.
Dando las 10’30 (alguien se quejará), salida para el norte: a la altura de Rodalquilar, la minera aurífera famosa en el mundo entero, la de la fiebre del oro (sólo que en España estaba al este, en vez de al oeste como California), la otra altura: La Polacra, un bicho, una sombra. Juan Carlos, al volante, hizo lo que pudo. Se arrimó como nadie, rozó sus faldas. En adelante, era cosa nuestra. De un golpe, violentos, nos encaramamos en su chepa. Ganamos a La Polacra. Se rindió a nuestros pies, como Goliat a David. La pisamos con denuedo, con gallardía. La naturaleza hollada por el humano. El morrón de La Polacra, a la que tantas ganas tenía de pisar, porque la conquisté siendo alumno universitario, ahora era reconquistada siendo profesor ‘secundario’. Queríamos trabajar el cuaderno de campo, hacer de aquel sitio el aula escribana del día. El viento mediterráneo que en esos momentos se batía sobre aquél peñón nos impidió el propósito. Pero una cosa quedó clara. Toda la legión subió dispuesta, convicta. Comentarios de satisfacción se sucedieron en cada trecho. “Madre mía, qué cosa”; “pero  ¿tú has visto lo que se ve?”; ¡Qué bonito!”; “Ha merecido la pena”. La torre de Los Lobos (XVIII) nos sirvió de guía para saber a dónde íbamos. Satisfacción por haber superado rampas del 12%, con curvas de herradura, un desnivel de casi 300 metros en escasos tres kilómetros. Para cualquier geógrafo, ahora geomorfólogo, que si calizas arreciferas, que si caldera volcánica, que si coladas magmáticas, que si abanicos aluviales, que si….Qué sí, para estar un curso entero como ermitaño allí en todo lo alto; como paisajista, que si las viviendas cúbicas de las alquerías, que si la propiedad de la tierra en minifundios, que si los sistemas extensivos de aprovechamiento, que si la literatura de Juan Goytisolo, que si las pinturas térreas de los postmodernos, que si…Qué sí, para estar otro curso entero como eremita allí en las alturas. Sin moverse, viendo la reserva marítima terrestre desde ese faro inaccesible que nos dimensiona al nivel en el que Petrarca contaba en su subida al Mont-Ventoux. Tenemos que nombrar a los geógrafos montañistas del Guadarrama, de Peñalara, de Somosierra,…esos que hicieron de la montaña el sitio del que quiere mirar con perspectiva de luces largas, el que no quiere morir en los charcos.
Allí, se nos tenía que ir la cabeza y no precisamente por falta de oxígeno (estábamos algo altos, pero a nivel del mar en lo alto de un farallón de infarto). Convenimos en que desde allí, un@, más allá de comprender lo que es cada elemento del conjunto espacial visualizado, lo que tiene que sentir es que tiene derecho a poder contemplar y tener lo que ante nuestros ojos la naturaleza había puesto, que nadie es dueño de apropiarse de lo que puede ser bueno para unos pocos pero no para la colectividad, de que hay cosas que son sublimes e inefables, esto es, superiores e indescriptibles. Esa fue nuestra enajenación. El Parque Natural merece seguir así, vivo, dinámico, pero auténtico. Todo, el Mediterráneo, el sistema vulcanológico único, los habitantes que han sabido sacarle sabia renta a la tierra,...merecen ser respetados porque es respetarnos a cada uno de los que de vez en cuando nos convertimos en almerienses, en paisaje.
Bajamos conscientes de la hazaña, sin el cuaderno relleno, pero con el corazón reconfortado (el corazón por cierto está en la cabeza, por lo tanto, también la cabeza). El autobús que se quedó a ‘la remanguillé’, estaba apuntando a su sitio. ‘Precaución- amigo- conductor”, y orientación septentrional. A los cien metros, los de Hyundai grabando un anuncio con todo despliegue de medios, y corte. ¿Las Negras o Aguamarga?¿El Playazo? El coñazo. Como pudimos salimos del anuncio (Juan Carlos se ilusionó pensando que “ArribasSur” podría haber salido). Hasta Hortichuelas, Fernán Pérez, y Aguamarga, tras dejar a la izquierda todo el Campo de Níjar. De verano, todo lleno, se ha puesto de moda (incluidos los eurofutbolistas), pero ahora ni las gaviotas. El viento que nos impidió escribir en La Polacra nos persiguió hasta Aguamarga, y bien que nos ‘aguamargó’.
A la vuelta, los coreanos del coche de pruebas para el sketch publicitario, todavía estaban dando cochazos. Otro parón. ¡Coñazo! Llamada para retrasar el almuerzo. 14’45, tenedor y cuchillo en mano (arroz con tomate, hamburguesa, patatas fritas, ensalada, calamares). Bien, bien, bien. Los estómagos se habían ahuecado tela. Tiempo para darle vuelta a la bengalí y a los calcetines, y cambio de escenario. Al Sur. En un pispás, Pozo de los Frailes, San José, y uno de los caminos más famosos y transitados (no precisamente por céntrico) de España: “Playas de Genoveses y  de Mónsul” (éstas sí que están vistas, pero nadie se cansa de ellas).
La tarde era lúdica. El micrófono estuvo cerrado todo el rato, y abriendo la puerta del autocar, “fffffsssffffssfffsss”. Las olas, como cantos de sirena, nos llamaban a su encuentro como allá por 1147 atraparon a los marinos ligures (genoveses, vamos a aclararlo), paisanos de Colón, que dejaron su nombre para siempre al campo colindante y a una de las estampas naturales y sociales del turismo de la “Marca” (la vieja ‘.Spain is different’). Tarde de solaz, sombrillas inválidas, chiquill@s jugando dentro y fuera del agua, baños de arena y de sol, tarde de casi verano con la gente que viene en invierno. Una expedición avezada quiso ir a pie a Mónsul, abriendo camino. Una vez más se salvaron por Eolo, su aliado. Por la mañana y al norte, no hubo cuaderno de trabajo, y por la tarde y al sur, no fueron camino del trabajo. Los Genoveses le ganó la partida a Mónsul.
Recogimos a las 19’45. Penilla en la mejor hora de la tarde, pero era lo que había. Duchas, cena (salchicha gigante, patatas, huevos fritos,…), recogida, y vamos a la cama que hay que descansar para que mañana podamos madrugar. No me lo creo ni yo.
Día intenso. Desde el sol naciente al sol poniente, con todo el programa visto (y parecía increíble cuando lo trazamos), vamos a ir buscando esa tecla mágica que todo apuntador busca cuando no tiene más cuento que contar. Con el sol poniente, las estrellas nacientes. El ciclo de los días, días que como éste no serán muchos. Bueno sobre bueno.

¡Ay!, la tecla. (es el punto que está a la izquierda).


Pre-Día Segundo


2 comentarios:

  1. Que envidia sana! Que bien estáis aprovechando el tiempo. Estos viajes con todos los compañer@s y profesores son los que se recuerdan con añoranza toda la vida. Voy leyendo el blog en el movil y no se porque (cosas de las tecnologías) no me deja ver las fotos, tendré que probar en el pc; pero las que si voy viendo y descargando son las que Sonia va subiendo a facebook, estoy encantada de tener tanta información, ya quisiéramos much@s padres y madres estar tan informados con l@s de primaria que se nos van la semana próxima por tres días también a Granada.
    Bueno pues a por el último día y disfrutarlo al máximo. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias, María Dolores.
    Nosotr@s estamos igualmente encantados de cómo ha sucedido todo. El alumnado se ha portado fenomenal, respetuosos, divertidos, cumpliendo con sus deberes.
    Era un anhelo de hace años diseñar una aventura de este tipo, lúdica a la par que educativa, por el territorio andaluz. Y el desarrollo ha superado con creces las expectativas.
    Espero que crezca este modelo de extraescolaridad, y que sirva para dar calidad a la enseñanza y el aprendizaje de los chic@s. Espero que haya servido para que se lo hayan pasado bien (modestamente, creo que sí), y que haya sido un ladrillo más en el edificio escribano.
    En nombre de Amalia y Sonia, agradecidos.

    ResponderEliminar